Durante su participación en una mesa redonda organizada por Generalia, la doctora Ana María Berruecos, directora de Enseñanza y Aprendizaje Mediados por Tecnologías de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México (CDMX) explicó que existen grandes diferencias entre las experiencias de blended learning, que intentan mezclar lo presencial con lo virtual, y los denominados modelos híbridos.
Durante la pandemia de COVID-19, miles de escuelas, docentes y estudiantes de todo el mundo tuvieron que pasar prácticamente de la noche a la mañana a algún tipo de modelo remoto o a clases concurrentes, por lo que la tecnología fue punto clave para evitar la interrupción educativa. No obstante, la doctora Berruecos subrayó que el aspecto tecnológico es insuficiente, pues este no cambia por sí solo los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Por ello, aseguró que las experiencias educativas que se pudieron observar durante la emergencia sanitaria no pueden ser consideradas ejemplos de verdaderos modelos híbridos, ya que en la mayoría de los casos lo único que ocurrió fue una migración de las clases presenciales a los hogares con ayuda de tecnologías como computadoras, teléfonos móviles, radio, televisión, entre otras.
En el mismo sentido, enfatizó que una de las características más importantes de los modelos híbridos es que existe una integración del trabajo autónomo que realizan los estudiantes con el que se lleva a cabo posteriormente en las sesiones sincrónicas y esto implica un trabajo muy fino de diseño instruccional.
«Dentro de estos modelos híbridos pues hay varias modalidades ya aceptadas a nivel internacional. Habrá una que otra diferencia según los autores que uno lea, pero bueno está el modelo rotativo el flex, el high flex, pero todas estas integran el trabajo fuera de clase o asincrónico, que no es independiente del trabajo sincrónico a lado de los compañeros y a lado del profesor o la profesora. Y dentro de este modelo rotativo, pues se encuentra la metaestrategia de aula invertida. En la Ibero consideramos que esta era la que mejor se adaptaba para estos diferentes escenarios a los que nos estamos enfrentando (…) Y esta metaestrategia permite la integración de un modelo de aprendizaje centrado en el estudiante, que es el estudiante el protagonista, se integran metodologías activas de aprendizaje, las sesiones sincrónicas ya sean presenciales o remotas son activas, los estudiantes tienen la oportunidad de aplicar y de analizar lo que aprendieron de manera autónoma y el docente ahí funge como guía y ya no solo como mero transmisor de información; se puede integrar más el trabajo colaborativo, la evaluación por pares, la autoevaluación, etcétera».
Al abordar las características más importantes de los modelos híbridos, Ana María Berruecos ahondó en el tema de la transformación digital en el sector educativo y recalcó que la renovación tecnológica es solo uno de los requerimientos pero no el único.
La integración de un modelo híbrido implica que la institución educativa cambie sus procesos de innovación y debe producir también una serie de reflexiones en torno al valor de la presencialidad, de la pertenencia a una comunidada estudiantil, de los laboratorios físicos o de las prácticas extracurriculares que ofrecen los campus universitarios.
«Si no se puede ir al campus y sí tengo que tener estas sesiones sincrónicas, remotas, pues me conecto a una sesión para colaborar, para construir, para interactuar y no para escuchar a un docente hablar».
‘Integrar un modelo híbrido lleva a una institución a procesos reales de innovación educativa’, explicó la experta y señaló que se debe invertir, aunque no solo en tecnologías, sino también en información, en investigación, ‘detrás de esas tecnologías hay personas y las tecnologías van a cambiar, van evolucionar, pero sí necesitamos equipos formados para hacer frente a todos estos cambios profundos y que no son nada superficiales’.
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